La crítica de T. W. Adorno a la filosofía moral de Kant (I): “el rigorismo del deber moral”

Leemos hoy el conjunto de las lecciones sobre la filosofía moral de Kant que T. W. Adorno impartió durante el mes de julio de 1963 en la Universidad de Frankfurt. Estas lecciones, traducidas y publicadas en español por Gustavo Robles en el año 2019, serían presentadas en medio de un escenario filosófico de tensión, provocada por la crítica antiautoritaria a todas aquellas instancias del pensamiento moderno que habían sido señaladas como el origen del triunfo de la jerarquía burguesa y capitalista en las sociedades europeas. Las críticas y acusaciones contra la ética moderna, según explica Adorno a lo largo de la primera lección, tienen que ver con la capacidad que históricamente ha tenido esta disciplina para justificar la opresión de ciertos sectores de la sociedad o de ciertas civilizaciones sobre otras en pos de una tradición que pretendía ser conservadora, que sostenía la posibilidad de encontrar y llevar a cabo una “vida recta”. Es ampliamente admitido que muchos planteamientos en ética durante la modernidad, nacidos de una pretensión universalista de las costumbres “correctas” y “necesarias”, han permitido —seguramente a pesar de la intención de esos mismos planteamientos— la represión de aquellas formas de vida que se negaran a la adopción de esa “vida recta” o que, sencillamente, no se ajustaran a ella (MacIntyre 1998, 2016; Stocker 1976; Stohr 2011). Resumidamente, las consecuencias de la instanciación de la ética como la disciplina rectora del quehacer filosófico y vital han sido, para la reflexión filosófica de mitad del siglo XX, han sido moralmente funestas.

En este preciso contexto histórico y filosófico es en el que Adorno habla de la necesidad replantear los términos de la constitución de la filosofía moral. Pero ¿por qué centrar el planteamiento de la filosofía moral únicamente —salvo por algunas alusiones a Hegel o a Nietzsche— en torno a la filosofía moral de Kant? Podríamos justificar esta decisión por la gran admiración que Adorno confiesa tener en estas lecciones hacia el pensamiento kantiano (Adorno 2019, 23), pero resulta mucho más interesante filosóficamente ocuparnos de la justificación que él mismo ofrece a lo largo de estas lecciones de la idea de que Kant es el único filósofo moral de la historia de la filosofía en un sentido auténtico. A juicio de Adorno, Kant no lleva a cabo la construcción de un “edificio moral”; es decir, Kant no plantea una ética como sistema a partir de la elaboración de un conjunto de deberes para los individuos; tampoco su tarea filosófica se limita tan sólo al establecimiento de los principios supremos e ineludibles de la moralidad —como ha sostenido, entre otras, Philippa Foot (Foot 1972) y gran parte de la tradición del naturalismo. Adorno justifica la necesidad de realizar un análisis detallado de la filosofía moral de Kant porque, según explica, es el único filósofo que ha problematizado del modo más radical de la moralidad y haciendo hincapié en el problema del que habría de ocuparse toda reflexión de carácter moral. A través de esta problematización radical de lo moral, continúa Adorno, es posible que podamos comprender las cuestiones de la que la filosofía moral debe ocuparse: desde la necesidad de distinguir entre la ética y la filosofía moral hasta la determinación de los límites que la reflexión moral no puede, por su objeto —pero también por su sujeto—, transgredir de ningún modo.

La mirada crítica de Adorno sobre los conceptos en los que la filosofía kantiana se centra arroja luz sobre cada una de las cuestiones filosóficas imbricadas en ellos, y esto es precisamente lo que vamos a tratar de exponer a lo largo de este texto. Adorno rescata y expone las problemáticas de las que Kant se ocupa para situarlas en el contexto de las críticas y los progresos de la filosofía moral del siglo XX. Son varios los problemas de la filosofía kantiana que Adorno examina a lo largo de estas lecciones, motivo por el cual dividiré su exposición en tres partes. En esta primera parte, introduciré y analizaré el problema que aparece a lo largo de todas las lecciones: el problema del rigorismo del deber moral.

Adorno también se suma a la crítica del concepto de deber kantiano, la “estrechez” con la que Kant lo presenta, sobre todo en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, donde dice que “el deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley” (AA 05: 400). A grandes rasgos, el deber moral consiste en la realización de una acción que es necesaria por respeto a la ley moral, sin consideración de las consecuencias o resultados de la acción. Sin embargo, la crítica de Adorno a esta definición del deber difiere en gran medida de gran parte de las acusaciones que podemos leer. Adorno no acusa a Kant de haber reducido los impulsos morales a un concepto que deja escapar todo aquello que tiene que ver precisamente con esos impulsos, los cuales, según algunos autores, acompañan necesariamente a toda acción humana (MacIntyre 2010). Por su parte, Adorno aduce dos argumentos por los cuales es posible hablar de rigorismo en el planteamiento kantiano del deber moral. En virtud del primer argumento, el rigorismo tiene que ver con el rechazo de todo aquello que tenga que ver con una doctrina de la felicidad a partir del establecimiento de la separación entre el concepto de naturaleza y el de libertad como conceptos legisladores en ámbitos distintos de la misma razón (Adorno 2019, 149). Y el segundo señala que este dualismo está íntimamente vinculado con la idea del formalismo, en virtud de la cual la ley moral se identifica únicamente con la ley de la razón, mientras que todo lo externo a ella es considerado heterónomo, esto es, ajeno a ella. De ahí que la felicidad, la idea clásica de virtud, la antropología, la psicología, es decir, todo aquello relacionado con la naturaleza humana, no pueda constituir el fundamento de lo moral. En este sentido, Adorno señala que el rigorismo, en el concepto del deber moral, tiene que ver con la idea de que nuestro cometido moral se restringe únicamente al cumplimiento de la ley moral, por lo que su efecto, sus condiciones materiales, etc. deben quedar fuera de toda consideración “estrictamente moral” (2019, 169). De este modo, Adorno plantea su reflexión crítica en torno al deber moral a partir del señalamiento del problema al que se enfrenta la filosofía moral kantiana, que, para él, es central: el dualismo entre la naturaleza y la libertad.

En la Crítica de la razón pura, Kant entiende que la libertad es “una liberación de una coacción, pero también el hilo conductor de todas las reglas” (A448/B475). Lejos de tratarse de una negación de toda ley —pues esto, nos dice Adorno, sería incompatible con la razón misma (2019, 231)—, se trata de la liberación de la necesidad de las leyes de la causalidad de la naturaleza, lo cual es posible por medio de la espontaneidad misma de la razón. Adorno interpreta esta definición como la posesión de la capacidad de “crear series determinadas de estados que se siguen unos a otros según reglas a partir de un acto que, como Kant dice, tiene un momento de independencia con respecto a esa serie” (2019, 95). En la Fundamentación Kant señala que “el concepto de una causalidad lleva consigo el de leyes según las cuales por algo que llamamos causa tiene que ser puesta […] la consecuencia, […] la libertad, si bien no es una propiedad de la voluntad según leyes naturales, sin embargo no por eso carece por completo de ley, sino que tiene que ser más bien una causalidad según leyes inmutables, pero de tipo especial” (AA 05: 446). La libertad, para Kant, es un tipo de causalidad según leyes necesarias de la razón a las que se les priva de todo contenido fenoménico o empírico. Esto es, de modo simplificado, lo que constituye el principio de la moralidad. Ahora bien, esta idea de la libertad como una legalidad puramente racional, que se corresponde a la esfera de lo inteligible es, para Adorno, “el punto oculto de toda problemática ética. […] el problema real que atañe a toda fundamentación filosófica de la moral” (2019, 88-9). Es el problema de la comprensión de la vinculación de la libertad con la necesidad por medio de la legalidad, que en la filosofía moral de Kant constituye una unidad. Es, por cierto, un problema cuyo planteamiento y solución no dependen de la experiencia (2019, 89), por lo que la comprensión de la experiencia humana de la moralidad no aporta nada a este respecto.

Esta unidad legal de la libertad y la necesidad se dan en el concepto del deber moral. Según interpreta Adorno, Kant estipula como presente la unidad entre la “compulsión moral” y la razón cada vez que se actúa según el deber moral (2019, 166). No obstante, no podemos llamar “compulsión moral” a la obligación que presenta el deber moral, ya que no se corresponde enteramente con lo que Kant quiere decir. En realidad, esta “compulsión” es lo que Kant pretende en todo momento separar de la ley propiamente moral, que es formal y excluye todo lo relativo a la sensibilidad. De hecho, así lo señala también Adorno: “este concepto formal y abstracto de la ley moral está siempre separado de la compulsión real y podemos ver más claramente cuando aparece […] bajo el nombre de “deber”” (2019, 166). Por lo tanto, en su identificación con el principio de la libertad, la ley moral ha de excluir todo lo que no sea ella misma y esto es lo que Adorno denomina rigorismo. A su juicio, el rigorismo se deduce como una consecuencia lógica del formalismo, ya que aquel le otorga a la ley meramente formal el carácter de imperativo, esto es, transforma una ley formal en una exigencia práctica (2019, 209). Así pues, Adorno se pregunta por la contradicción existente entre la posibilidad de pensar la praxishumana como el ámbito de la legislación de la razón práctica, es decir, del principio de la libertad, y la praxis entendida como el conjunto de la experiencia humana. Kant sostiene que la libertad debe se justamente el concepto legislador de la praxis (AA 05: 452) y no el concepto de naturaleza, ya que, advierte Adorno, si sólo podemos pensar la praxis en virtud de la necesidad natural, la moralidad no sería otra cosa que pura naturaleza (2019, 150).

Para Adorno, el concepto de deber comprende esta contradicción, lo que es “el corazón del pensamiento kantiano”, es decir, “la idea de que todo aquello que no reconozca como pura esencia de la razón y toda ley que no extraiga de mi propia razón impedirá realmente el principio de la libertad, debido a que me ligará a algo que no soy yo en sentido enfático, sino que me hará dependiente de algo heterónomo” (2019, 149). Por lo tanto, el corazón del planteamiento moral de Kant reside en la idea de la autonomía como la fuente de la determinación de la ley moral, frente a la heteronomía, que supondría situar el fundamento de la moral en algo que no sería propiamente moral, sino ajeno a ella. El requisito de la autonomía para la acción moral tiene como consecuencia que la ley moral, expresada por medio del concepto de deber, haya de ser obedecida sin excepción, lo que se corresponde con el momento de rigorismo que Adorno señala. Que esto haya de ser así se explica por lo que Kant sostiene en la Fundamentación, acerca de que únicamente podemos poner como fundamento de las acciones humanas la moralidad syss pensamos al ser humano como un ser que “no puede pensar nunca la causalidad de su propia voluntad de otro modo que bajo la idea de la libertad” (AA 05: 452).

De este modo, Adorno llama la atención sobre el hecho de que este rigorismo necesario de la ley moral pone de relieve una contradicción absolutamente relevante para la filosofía moral en general: la contradicción entre la condicionalidad de las acciones morales y las categorías mismas de la moralidad (2019, 295). Por una parte, Kant sostiene que en realidad no podemos demostrar teóricamente la racionalidad o la libertad de las acciones morales (AA 05: 419); pero, por otra parte, las categorías racionales que definen y fundamentan la moralidad no pierden por ello su validez, pues estas no tienen su origen en la experiencia humana. Esta contradicción se da, pues, a nivel de la praxis, en tanto que parece ser que la ley moral es contraria a los fundamentos reales de las acciones. Con esto, dice Adorno, lo que Kant pretendería es poner de manifiesto la contradicción y separación entre la naturaleza y la libertad como conceptos legisladores de la razón. A lo largo de estas lecciones, Adorno trata de mostrar por qué este problema kantiano es el verdadero problema de la filosofía moral en general, la cual está obligada a considerar esos dos ámbitos que siempre aparecen distanciados, pero que se han de presentar en un mismo sujeto. De este problema nos encargaremos en la segunda parte de esta entrada, en la que abordaremos la tesis en la que Adorno sostiene que este rigorismo kantiano es, en realidad, una posición fundamentalmente crítica de la moralidad.

Carmen Polo

-                Adorno, Theodor W. 2019. Problemas de filosofía moral. 1a. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial Las Cuarenta.

-                Foot, Philippa. 1972. «Morality as a System of Hypothetical Imperatives». The Philosophical Review 81 (3): 305. https://doi.org/10.2307/2184328.

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